jueves, mayo 19, 2011

Me juego a que sea absuelto (columna copiada; por Luuk Koelman)

La palabra de la semana: camarera de hotel. A mí esta palabra sólo me provoca preguntas. Es que nunca me encuentro con ellas. Es decir, con camareras de hotal guapas. En los hoteles donde me encuentro de vez en cuando, las camareras siempre son señoras de la Europa del Este, con bigotes.

Generalmente se las oye acercándose por el pasillo, mientras que todavía estás en la cama. Siempre las acompaña mucho ruido: manojos de llaves, puertas cerradas de golpe. Gritos. Y las ruedas de un carrito. Y luego aporrean la puerta, mientras en el mismo momento meten la llave. Allí estás, en una habitación de hotel, en una cama que no conoces, con vistas a una pared ciega. No te puedes esconder en ningún sitio. Y lo último que a mí se me ocurre en un momento así, es el sexo oral.

Para Dominique Strauss-Kahn, el banquero más poderoso del mundo, eso por lo visto es bien diferente. Hasta hace poco nunca había oido hablar de este hombre, pero ahora lo sé todo de él. Al que en Francia llaman Monsieur 30 centimètres. El mundo suspira por conocer todos los rancios detalles. Así parece que su suite del hotel de Nueva York (de 3.000 € la noche) esté totalmente salpicada de huellas de semen.

No sé cómo le va a ested, pero ante eso a mí se me proyectan imágenes. Un hombre de 63 años con su miembro en la mano, salpicando y apuntando por su suite hasta que se haya vaciado del todo. Su abogado le explicará al juez para qué. Es lógico que como viajero uno quiere que una habitación completamente extraña se haga algo personal. En fin... su cliente acababa de consagrar su cuarto de baño, cuando de repente se encontró ojo a ojo con la camarera, una mujer ghanesa de 33 años de edad. Otra imagen que no me abandona... No hay nada tan feo como un hombre mayor con una erección matinal. Barriga gorda, flacas piernas blancas, vello en los hombres y espaldas. Ya pasada su fecha de caducidad.

¿Habrá obligado entonces Strauss-Kahn, resollando, a la camarera al sexo oral? No lo sabremos nunca. Detrás de las cámaras los equipos de abogados del banquero y de la camarera están negociando febrilmente. Se mueven millones de dolares y mañana, durante el juicio, de pronto se presentará el desenlace. Un malententido. Algo con la palabra 'aspirar'. La camarera se refería a su Dyson, Dominique Strauss-Kahn a su erección matinal. Yo me juego a que sea absuelto...




Esta columna se ha publicado hoy en el Metro neerlandés. Copiado aquí con el permiso de su autor, Luuk Koelman. - Traducida por Entrelector.

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