La semana pasada se publicó un libro de Cees Fasseur (Juliana & Bernhard. Het verhaal van een huwelijk. De jaren 1936-1956 [Juliana & Bernhard. La historia de un matrimonio. Los años 1936-1956]) dedicado en gran parte sobre el asunto Greet-Hofmans, que llevó a grandes problemas en la política neerlandesa. Según la información que hasta ahora se ha publicado (todavía no he comprado el libro, prefiero esperar hasta que esté de lance) no parece haber sido mucho más que -como ya lo sugiere el título- problemas en un matrimonio (orquestado).
Según dice Fasseur Greet Hofmans no resulta haber ejercido ninguna influencia seria sobre la reina Juliana, pero sin embargo tuvo que desaparecer. Eso urgía tanto que tanto ella como el secretario privado de Juliana fueron amenazados de muerte, aunque según Fasseur eso es "un detalle no demasiado importante". (Trouw del día 12 de noviembre). Lo que en realidad era el problema, casi no se menciona en los diversos artículos al respecto en los periódicos.
Het Parool hasta va tan lejos de considerar el libro de Fasseur como una rehabilitación del padre de la actual reina Beatriz, Bernhard zur Lippe-Biesterfeld (con su obscuro pasado de guerra y su pasado criminal; en mi opinión ya se puede llamar así después de los dos escándalos de soborno que se conocen más que de sobra). Según Marcel Wiegman, el autor del artículo del Parool, Bernhard absolutamente no quería destronar a su esposa. "Simplemente la quería de nuevo como su mujer." [Eso probablemente fue el motivo para que - ya entonces - se entretenía con otras mujeres...]
En la opinión de Wiegman Fasseur sería un "científico independiente", pero es imposible que eso sea el caso. Beatriz, que mantiene la cajafuerte con los secretos de sus padres herméticamente cerrada, seguramente no habrá dejado entrar a Fasseur por ser tan "independiente", sino porque confiaba en que como mínimo no desprestigiara más a su padre. Como lo dice el mismo Fasseur: "Es en mí que la Reina tiene confianza, y ahora se vuelve a cerrar el archivo." (NRC/Handelsblad del 12 de noviembre)
Para su libro ha utilizado entre otras cosas el informe de la comisión Beel (que consistía en el prof. dr. L.J.M. Beel, KVP [Partido Popular Católico], primer ministro en los períodos 1946-1948 y 1958-1959 y "Ministro de Estado" desde el año 1956; el voluntarioso prof. dr. P.S. Gerbrandy, ARP [Partido Antirrevolucionario, protestante] primer ministro de los gabinetes neerlandeses de guerra en Londres durante la Segunda Guerra Mundial y "Ministro de Estado" desde 1955; y el hidalgo A.W.L. Tjarda van Starkenborgh Stachouwer, Ldo. en Derecho y hasta poco antes representante permanente de los Países Bajos en la OTAN en París). Tampoco esta comisión se puede considerar como "independiente" ni siquiera objetiva, teniendo en cuenta la base política de sus miembros. Importante es el detalle del reciente pasado OTAN del tercer miembro de la comisión.
Las relaciones de Bernhard con la OTAN no aparecen por nada en el informe de la comisión. Sí se mencionan las conferencias del Grupo Bildenberg, que es por lo menos igual de aterrador, pero lo que pretende este Grupo no se explica (seguramente no por olvido).
Sea como sea, el hecho de que Juliana tal vez -pero decididamente no solamente- bajo la influencia del grupo alrededor de Greet Hofmans, tuviera un punto de vista pacifista, sin duda habrá llevado a pesadillas entre los altos cargos de la OTAN y entre los miembros del Grupo Bilderberg. Por eso no es nada extraño que Wim Klinkenberg (en su obra Prins Bernhard, een politieke biografie [El príncipe Bernhard, una biografía política]) dedique mucho espacio a ese aspecto, citando gran cantidad de fuentes nacionales e internacionales. Klinkenberg parte de la idea de que el motivo de todo este asunto se habrá de buscar en este contexto.
En este respecto es interesante el artículo de Cees van Hoore en el diario Haarlems Dagblad del 14 de noviembre, en el que se refiere a un "ordinario ataque contra la reina Juliana, que el historiador Cees Fasseur ha realizado con el beneplácito de Beatriz." Van Hoore tampoco deja lugar a dudas en cuanto a los motivos de Bernhard. Su entrevista a escondidas en el semanario alemán Der Spiegel del 13 de junio de 1956 no era para salvar la monarquía neerlandesa, sino que "se salvó los cojones, su propia posición lujosa y quería aparcar a Juliana, que había insistido en un divorcio."
Quien aún tiene dudas sobre el valor histórico del libro de Fasseur, hace bien en darse cuenta de lo que afirmó el primer ministro Balkenende (de Volkskrant del 11 de noviembre) en este contexto (y todos los que siguen un poco la política neerlandesa, saben que a este hombre no se le puede tomar en serio). Balk afirma, pues, que Beatriz admitió a Fasseur en su arca de secretos para evitar que se dibujara una 'imagen incompleta'.
En la lógica Balkeniana ese 'evitar' consiste en que una sola persona, que además admite ser "en quien la Reina tiene confianza" determine lo que lleva a una imagen completa. Claro: todo depende de como se define la palabra 'científico'...
Va siendo hora de que pronto se publique la cuarta edición (ampliada) del Prins Bernhard de Wim Klinkenberg, que ya lleva algún tiempo preparando la editorial In de Knipscheer. Después de una acusación subjetiva de Juliana esa edición es imperiosamente necesaria ahora.
Según dice Fasseur Greet Hofmans no resulta haber ejercido ninguna influencia seria sobre la reina Juliana, pero sin embargo tuvo que desaparecer. Eso urgía tanto que tanto ella como el secretario privado de Juliana fueron amenazados de muerte, aunque según Fasseur eso es "un detalle no demasiado importante". (Trouw del día 12 de noviembre). Lo que en realidad era el problema, casi no se menciona en los diversos artículos al respecto en los periódicos.
Het Parool hasta va tan lejos de considerar el libro de Fasseur como una rehabilitación del padre de la actual reina Beatriz, Bernhard zur Lippe-Biesterfeld (con su obscuro pasado de guerra y su pasado criminal; en mi opinión ya se puede llamar así después de los dos escándalos de soborno que se conocen más que de sobra). Según Marcel Wiegman, el autor del artículo del Parool, Bernhard absolutamente no quería destronar a su esposa. "Simplemente la quería de nuevo como su mujer." [Eso probablemente fue el motivo para que - ya entonces - se entretenía con otras mujeres...]
En la opinión de Wiegman Fasseur sería un "científico independiente", pero es imposible que eso sea el caso. Beatriz, que mantiene la cajafuerte con los secretos de sus padres herméticamente cerrada, seguramente no habrá dejado entrar a Fasseur por ser tan "independiente", sino porque confiaba en que como mínimo no desprestigiara más a su padre. Como lo dice el mismo Fasseur: "Es en mí que la Reina tiene confianza, y ahora se vuelve a cerrar el archivo." (NRC/Handelsblad del 12 de noviembre)
Para su libro ha utilizado entre otras cosas el informe de la comisión Beel (que consistía en el prof. dr. L.J.M. Beel, KVP [Partido Popular Católico], primer ministro en los períodos 1946-1948 y 1958-1959 y "Ministro de Estado" desde el año 1956; el voluntarioso prof. dr. P.S. Gerbrandy, ARP [Partido Antirrevolucionario, protestante] primer ministro de los gabinetes neerlandeses de guerra en Londres durante la Segunda Guerra Mundial y "Ministro de Estado" desde 1955; y el hidalgo A.W.L. Tjarda van Starkenborgh Stachouwer, Ldo. en Derecho y hasta poco antes representante permanente de los Países Bajos en la OTAN en París). Tampoco esta comisión se puede considerar como "independiente" ni siquiera objetiva, teniendo en cuenta la base política de sus miembros. Importante es el detalle del reciente pasado OTAN del tercer miembro de la comisión.
Las relaciones de Bernhard con la OTAN no aparecen por nada en el informe de la comisión. Sí se mencionan las conferencias del Grupo Bildenberg, que es por lo menos igual de aterrador, pero lo que pretende este Grupo no se explica (seguramente no por olvido).
Sea como sea, el hecho de que Juliana tal vez -pero decididamente no solamente- bajo la influencia del grupo alrededor de Greet Hofmans, tuviera un punto de vista pacifista, sin duda habrá llevado a pesadillas entre los altos cargos de la OTAN y entre los miembros del Grupo Bilderberg. Por eso no es nada extraño que Wim Klinkenberg (en su obra Prins Bernhard, een politieke biografie [El príncipe Bernhard, una biografía política]) dedique mucho espacio a ese aspecto, citando gran cantidad de fuentes nacionales e internacionales. Klinkenberg parte de la idea de que el motivo de todo este asunto se habrá de buscar en este contexto.
En este respecto es interesante el artículo de Cees van Hoore en el diario Haarlems Dagblad del 14 de noviembre, en el que se refiere a un "ordinario ataque contra la reina Juliana, que el historiador Cees Fasseur ha realizado con el beneplácito de Beatriz." Van Hoore tampoco deja lugar a dudas en cuanto a los motivos de Bernhard. Su entrevista a escondidas en el semanario alemán Der Spiegel del 13 de junio de 1956 no era para salvar la monarquía neerlandesa, sino que "se salvó los cojones, su propia posición lujosa y quería aparcar a Juliana, que había insistido en un divorcio."
Quien aún tiene dudas sobre el valor histórico del libro de Fasseur, hace bien en darse cuenta de lo que afirmó el primer ministro Balkenende (de Volkskrant del 11 de noviembre) en este contexto (y todos los que siguen un poco la política neerlandesa, saben que a este hombre no se le puede tomar en serio). Balk afirma, pues, que Beatriz admitió a Fasseur en su arca de secretos para evitar que se dibujara una 'imagen incompleta'.
En la lógica Balkeniana ese 'evitar' consiste en que una sola persona, que además admite ser "en quien la Reina tiene confianza" determine lo que lleva a una imagen completa. Claro: todo depende de como se define la palabra 'científico'...
Va siendo hora de que pronto se publique la cuarta edición (ampliada) del Prins Bernhard de Wim Klinkenberg, que ya lleva algún tiempo preparando la editorial In de Knipscheer. Después de una acusación subjetiva de Juliana esa edición es imperiosamente necesaria ahora.
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