sábado, febrero 03, 2007

Imagine

Quién iba a creer, quién pensaría tal y como está el mundo hoy en día, que surgiera una propuesta como la del jueves por la tarde (Cinco minutos de descanso para el planeta). Resulta increíble, la verdad, que cientos de personas decidan ponerse de acuerdo para hacer algo bueno en común, para responder conjuntamente a una preocupación que mantiene en vilo al planeta: El cambio climático.

Como saben, el jueves por la tarde entre las 19.55 y las 20.00 horas, había sido convocado un paro eléctrico para manifestar la concienciación conjunta de la sociedad ante el cambio climático. El acto promovido por la ONG francesa Alianza por el planeta ganó adeptos por toda España. Hay que reconocer que aquí en España, será por nuestro carácter apasionado, somos favorables y nos mostramos habitualmente predispuestos a unirnos en actos como el que aconteció el jueves pasado aunque, todo sea dicho, las eléctricas esperaran mayor participación.

En España se apagaron las luces de la Giralda en Sevilla, de la Sagrada Familia en Barcelona, todo el complejo de la Ciudad de las Artes y las Ciencias en Valencia, la Puerta de Alcalá en Madrid. En Europa se apagó la Torre Eiffel en París, el Atomium en Bruselas, el Coliseo en Roma... ¿Nos les resulta increíble?

Yo he de reconocer que, tras los cinco minutos de apagón, lo que me venía a la cabeza era esa música que yo le escuchaba cantar a mi madre, o ponerla en el tocadiscos, que en palabras de Lennon decían aquello de: "I hope someday you'll join us and the world will be as one" (Espero que algún día te unas a nosotros y el mundo vivirá como uno) o también cuando decía lo de: "Imagine all the people sharing all the world" (Imagínate a toda la gente compartiendo el mundo).

Y es que el tema es peliagudo. De hecho, según los expertos y sus previsiones, el planeta experimentará en este siglo un calentamiento de entre 1,8 y 4 grados, el mar ascenderá alrededor de 58 centímetros y aumentarán cada año las sequías y las olas de calor. Estas previsiones, materializadas en el cuarto informe elaborado por el Panel Internacional para el Cambio Climático (un grupo de medio millar de expertos que se reunían estos días pasados en París para evaluar las consecuencias de este fenómeno), sostienen, además, que el calentamiento se debe, casi con toda seguridad, a la actividad humana, en especial debido al uso masivo de la energía basada en combustibles fósiles.

Y como en todas partes, señores lectores, hay para todos los gustos. También hacían pública el viernes la noticia de que Bush, o mejor dicho, un lobby estadounidense fundado por una de las mayores petroleras del mundo había ofrecido a científicos y economistas unos diez mil dólares para echar abajo el informe sobre cambio climático de la ONU que se había difundido en París.

Qué tremenda paradoja y, sin embargo, ahí está, el mundo y su dualidad. Sabemos lo que hay que hacer pero... Lo cierto es que no se hace. No demasiadas personas decidieron secundar el apagón que, por otra parte, sólo era un aviso de la ciudadanía, un aviso a los políticos, a los estados, una llamada de atención porque necesitamos parar y reflexionar sobre lo que está ocurriendo y sobre lo que estamos haciendo. Esto es lo más importante. El grado de participación y de responsabilidad que tenemos cada uno de nosotros en este asunto. Se trata de que cada uno se pregunte si usa demasiado el coche sin necesidad, si mantiene encendidas las luces o los electrodomésticos cuando no los está usando, si gasta demasiada agua...

Pequeños gestos paran grandes efectos, muchas personas unidas consiguen grandes gestas. Hoy en día, gracias a los avances tecnológicos, contamos con los medios suficientes para unirnos y pelear juntos por aquello que consideramos necesario; por eso es tan importante hacerlo. Solos no podemos cambiar la maquinaria, unidos sí; aunque cada uno, individualmente, pueda contribuir a una menor emisión de gases contaminantes y a un mejor aprovechamiento de los recursos naturales que, como sabemos, no son ilimitados. Los proverbios indios nos hablan de que "La tierra no es una herencia de nuestros padres, sino un préstamo de nuestros hijos" o de que "Solamente cuando el último árbol esté muerto, el último río esté envenenado, y el último pez esté atrapado, entenderemos que no se puede comer dinero".

©2007 Cristina Caramés Espada, columnista del Diario de Ferrol; publicado con permiso de la autora

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