Vistos los desarrollos en La Haya parlamentaria (parlamentirosa) urge no sólo ampliar las posibilidades para seleccionar embriones con respecto a graves enfermedades hereditarias, como quiere (con toda razón) el mundo médico, sino además a posibles portadores de un fundamentalismo religioso, que quiere imponer a todo el mundo sus quimeras, basadas en un viejo libro de cuentos.
Sólo es una lástima que esta posibilidad no existiera ya hace unos cincuenta años. ¡Habría ahorrado al mundo muchísima miseria!
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