Hace unos días el primer ministro neerlandés Balkenende tuvo que admitir que nadie realmente sabe cuánto exactamente cuesta la monarquía. Bram Logger y Jet Mok ayer coleccionaron en Dag un número de cifras y hicieron constar que "Beatriz [...] con su familia gasta una buena cantidad de dinero del estado." Este dinero, claro está, en realidad es dinero de los contribuyentes, nuestro pues. "El estado [es decir: los contribuyentes] carga con gastos reales de 114 millones."
Y no es poco, porque la señora Bea tiene seis palacios, que han de ser mantenidos por un importe anual de 35 millones, su personal cuesta 1½ millones al año y cuando celebra su cumpleaños (en realidad el de su difunta madre), los municipios 'privilegiados' tienen que pagar cientos de miles de euros. Por otro lado investigaciones del programa de noticias de la cadena de televisión RTL han descubierto que p.e. estos últimos seis años un importe de por lo menos 2 millones fue gastado en viajes por avión por la familia Von Amsberg; estos gastos no fueron contabilizados como gastos de la monarquía.
El artículo de Logger y Mok por otro lado refiere a un análisis del economista Harry van Dalen (a esta también se refiere mi artículo Calidad en el país de los folletos propagandísticos del 31 de enero de este año). Logger y Mok concluyen de esta análisis que Bea como 'marca' anualmente contribuye unos 4 mil millones de euros a la economía neerlandesa, porque ella constituye un factor más estable que un presidente, y 'en la economía la confianza es crucial'.
Harry van Dalen bien puede ser economista, pero en la economía es mucho más importante el beneficio que se puede sacar y en mi opinión los cada vez más bajos impuestos para la industria y el comercio neerlandeses constituyen un factor de más envergadura que el mero hecho de que unas veces al año una señora con un sombrero peculiar descubra América y haga unos viajes. ¿O pensará Van Dalen que en EE.UU. hay una recesión económica porque allí no tienen un rey? ¡No lo creo!
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