miércoles, junio 04, 2008

Juegos olímpicos y los derechos humanos

El el marco de la anchura de banda puesta a la disposición de terceros, hoy presento un artículo del nuevo número (del 1 de junio de 2.008) del Rode Morgen.

El presidente francés Sarkozy amenaza con boicotear la apertura de los Juegos olímpicos si la China no inicia un diálogo con el dalai lama y si no pone en libertad a presos políticos. La canciller federal alemana Merkel no asistirá a la apertura, así como tampoco el primer ministro británico Brown, pero ninguno de los dos quiere llamar eso abiertamente un boicot. Jefes de gobierno de Polonia, Chequia y Letonia opinan que después de la violenta represión de la resistencia tibetana la presencia de jefes de gobierno en la apertura de los Juegos olímpicos no sería muy oportuno. El gobierno neerlandés todavía no ha dado a conocer su punto de vista oficial.

Restablecimiento del capitalismo
La hipocresía de los jefes de gobierno occidentales se nota de lejos. A partir del año 1978 se restauró el capitalismo en la China bajo la dirección de Deng Xiaoping. Todas las grandes empresas monopolistas se establecieron en la China. Las dos terceras partes de las gitantescas exportaciones chinas son producidas por estas empresas monopolistas, que se aprovechan de la barata mano de obra china y de la ausencia de protección legal para los trabajadores chinos.
Cuando la China todavía era socialista, todos los gobiernos no paraban de criticar el país. El dalai lama, que representaba un sistema de esclavitud feodal, fue presentado como un iluminado líder religioso. No se mencionó por nada la libertad que las masas trabajadores tibetanas conseguieron gracias al socialismo. La lucha del pueblo chino durante la Revolución Cultural contra el restablecimiento del capitalismo y en favor de una auténtica democracia es representada como un obscuro período de teror.
Con el restablecimiento del capitalismo en la China las críticas de los gobiernos occidentales con respecto al gobierno chino han cambiado. Deng Xiaoping era su hombre.
Cada año hay centenares de protestas en la China: campesinos que protestan contra el mangamiento de sus tierras, trabajadores que luchan para mejores condiciones de trabajo y para derechos sindicales, manifestaciones contra la corrupción, etc. A menudo se destaca la policía o el ejército contra estas protestas, pero de parte de los gobiernos occidentales no se oye nada. Hace ocho años se adjudicó a Beijing la organización de los Juegos olímpicos y esa decisión en realidad no encontró sino aprobación.

Internacionalismo proletario
Si ahora los gobiernos occidentales hablan de un boicot eso carece completamente de credibilidad. Todavía no se ha cancelado ni una sola misión comercial. La china es una superpotencia naciente, que cada vez compete más con los otros imperialistas para aumentar su esfera de influencia en el mundo. La China busca mercados de consumo y materias primas. La China está construyendo su ejército para también jugar un papel militar en la lucha por las esferas de influencia. Puede que los gobiernos occidentales esperan con su palabrería sobre un boycot poder limitar algo la libertad de movimiento para el competidor naciente chino, pero a los trabajadores y a los campesinos chines no les servirá de nada.
Frente a la hipocresía de los jefes de gobiernos occidentales se encuentra el internacionalismo proletario de los trabajadores. A diario los trabajadores y campesinos chinos están luchando por conseguir una existencia digna y de nuevo sólo hay una solución: el derrocamiento de la explotación y el establecimiento del socialismo. En esta lucha la clase trabajadora china merece el apoyo de los trabajadores del mundo entero. Para ello hace falta otra cosa que el boicot de la ceremonia de apertura a principios de agosto. Para ello hace falta dar publicidad a esta lucha, organizar la solidarid con esta lucha y darle un nuevo prestigio al socialismo.

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