sábado, abril 25, 2009

¿Es justa toda la atención sobre los 'marroquíes'? (artículo copiado)

El artículo siguiente fue publicado en re.Public del 24 de abril de 2009:



En los años 1970 los surinameses eran el tema del día. Navajeros. Así muchos neerlandeses aprendieron a llamar a este nuevo sector de la población. Hubo un fondo de verdad: una parte por encima de la media de estos compatriotas de antaño tuvo roces con la policía y con la justicia.

En el año 1978 los surinameses criminales y molestos ni en los medios de comunicación ni en la política constituyeron un tema importante. Al menos no como ahora reciben toda la atención los marroquíes. ¿Aún pasan días sin que este grupo minoritario domine las noticias? No lo creo. Si no es porque un grupo de jóvenes les complica la vida a los conductores de autobuses, ya es porque un consejero espiritual controvertido quiere servir en el ejército o un presidente de un distrito urbano quiere expulsar del país a los marroquíes criminales cuyos permisos de residencia hayan caducado.

El que hoy en día no se difuminen los problemas con los jóvenes marroquíes constituye un progreso. Pero lamentablemente los hechos no están centrales en el debata público. Contínuamente se oyen términos como "terroristas callejeros" y "la islamización de los Países Bajos" (y no sólo de boca del partido político PVV). Quien llevara diez años viviendo en Australia casi pensaría que nuestro país se encuentre en estado de descomposición.

Nada está más lejos de la verdad: en los últimos años la criminalidad ha bajado mucho y de los 850.000 musulmanes en los Países Bajos la mayoría no se deja apuntar por las ideas ultraortodoxas. Dentro de treinta años ¿estaríamos todavía hablando de 'kut-Marokkanen' [± jóvenes marroquíes de mierda']? Casi seguro que no. Estos, al igual que los surinameses habrán tenido una mejor formación y serán menos criminales. Puede que entonces los uzbecos y los bielorusos sean el tema del día. Muy confortable, porque así al menos no tenemos porqué analizarnos críticamente a nosotros mismos.



Copiado con permiso de su autor, Martijn van der Kooij, redactor en jefe de re.Public.

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