viernes, abril 24, 2009

Las Naciones Unidas, igual de impotentes que la Unión de Naciones

Cuando después de la Segunda Guerra Mundial había quedado claro que la Unión de Naciones no era más que una organización aliquebrada, que de ninguna manera había conseguido evitar la guerra, se la substituyó por la ONU, la Organización de las Naciones Unidas, que recibió toda clase de posibilidades para no hundirse en impotencia como su antecesora.

De nada ha servido.

Bien pronto se podía ver que el Consejo de Seguridad de la ONU una y otra vez quedaba paralizado por los vetos de o bien la Unión Soviética, o bien de los Estados Unidos, que a todo precio querían evitar que se pronunciaran resoluciones condenatorias de los crímenes de guerra cometidos por Israel.

Y si entonces en un intento de llegar a resoluciones que no pudieran ser frustradas por los vetos se decidía tratar de llegar a resoluciones de la Asamblea General de la ONU, se continuaba tanto tiempo negociando para conseguir un texto aceptable para el máximo posible de delegados, que el resultado no solía ser más que una colección de palabras ordenadas de manera gramaticalmente correcta pero sin ningún significado ni valor de fondo. Recordemos la reunión de la Asamblea General por los crímenes de guerra israelíes después del cobarde ataque contra los palestinos encerrados en la franja de Gaza hace unos meses.

Las Naciones Unidas habían organizado una cumbre en Ginebra para hablar del racismo haca unos pocos días. El texto final para toda seguridad ya había sido preparado de antemano. Como se esperaba que el presidente iraní, Ahmadineyad, utilizaría la cumbre para criticar vehemente Israel, sus cómplices, los Estados Unidos, el Canadá y la mayoría de los estados miembros de la Unión Europea, ya habían decidido no participar en la conferencia o sólo con una delegación de poco peso.

Habían tenido razón, Ahmadineyad efectivamente atacó Israel, y en términos inequívocos. Sin embargo no comprendo porqué todo el mundo estaba tan disgustado. He leído y oído bastantes comentarios, pero lo único que parece haberles molestado a todos, al unisono era el que Ahmadineyad reprochara a Israel que persevera en sus crímenes de guerra contra el pueblo palestino, y eso desde hace ya más de 60 años.

Uno podría razonar que aquí no se trata de racismo, sino de crímenes de guerra. Ese razonamiento sin embargo no se puede mantener, ya que si se puede mencionar los crímenes de guerra perpetrados contra los judíos en la Segunda Guerra Mundial (el holocausto), tampoco se pueden olvidar los crímenes de guerra contra los palestinos. En ambos casos se trata de personas de la raza semita, que por un lado fueron y por otro lado siguen siendo eliminados sistemáticamente.

Aparte de eso me parece absolutamente justificado criticar un estado por sus actos criminales (si es que Israel se puede llamar un estado, porque en realidad se trata del estado de Palestina, que fue ocupado por un gran grupo de judíos, apoyado militarmente cada vez más por Estados Unidos y sus aliados europeos). Este supuesto estado de Israel ya lleva más de 60 años realizando sus intenciones iniciales: alejar a los palestinos de Palestina, sea expulsándolos, sea exterminándolos directa o indirectamente. Eso, en mi opinión, bien se puede (y debe) poner sobre el tapete en una cumbre sobre el racismo.

Ahmadineyad en este tema tiene mi apoyo completo. Menos mal que haya políticos que digan la verdad. Y aquí no importa en qué consiste el resto de su política: la verdad es la verdad, aunque la diga un Aznar o un Zapatero...

El hecho de que los representantes del Occidente presuntamente libre cierran los ojos y tapan los oídos ante la dura verdad, demuestra la quiebra de las Naciones Unidas. Demuestra sin embargo sobre todo que los Estados Unidos presuntamente democráticos y la Unión Europea tan presuntamente democrática no se preocupan por las vidas humanas sino sólo por sus intereses económicos. Pasan literalmente por encima de cadáveres.

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