El refranero español está poblado de ejemplos y dichos para el tema de fondo del artículo que hoy querría hacerles llegar. Es bien cierto, también, para todos los interesados en el mismo que se ofrecen ejemplos y contraejemplos para un mismo hecho. Pero no nos detengamos en estas anécdotas.
Todos sabemos que el lenguaje cotidiano (el académico infinidad de veces también) está poblado de malos entendidos, frases sin sentido, errores y faltas; aunque unos nos parezcan más graves que otros o también más o menos extrañamente divertidos.
El hecho es que la señora Aguirre, en el libro publicado por Virginia Drake, ha tenido unas cuantas frases más o menos desafortunadas. Y digo a sabiendas más o menos desafortunadas puesto que quién sabe (sólo, tal vez, la autora y la presidenta de la comunidad de Madrid) si gracias a ellas el libro en cuestión está teniendo mucha más repercusión mediática de lo que cabría esperar (al fin y al cabo, a quién demonios le interesa la biografía de Esperanza Aguirre).
Una de las frases que más ha llamado mi atención, como la de muchos de ustedes, ha sido esa en la que textualmente se expone "no tener pagas extras me tiene mártir, las he tenido toda mi vida y las echo de menos en Navidad y en verano. No es que haga números a final de mes; es que muchas veces no llego". Esta es; aquí estamos ante una frase francamente desafortunada (por decirlo de alguna manera).
Es posible, de hecho es muy probable, que cientos de personas con sueldos elevadísimos no lleguen a fin de mes; entendiendo por no llegar a fin de mes el no tener dinero excedente el día 30 ó 31 para el ritmo de vida que se lleva. De hecho cuando una persona dice que no llega a fin de mes lo dice (esto es evidente) de acuerdo al salario que percibe y al ritmo de vida que lleva. También es cierto, no lo voy a negar desde aquí, que el españolito medio que está hipotecado a unos 30 años, más o menos, con su casa y que percibe unos mil euros al mes por su trabajo (de hecho se habla de la generación de los mileuristas) se haga cruces al escuchar en la radio las declaraciones de los comentaristas al leer la frase que les transcribía anteriormente. Pero aún hay más; si tenemos en cuenta que el salario mínimo interprofesional, en el año 2006, está en 540,90 euros al mes; las declaraciones de Aguirre todavía se hacen, a todas luces, menos pertinentes. Esto es, no vienen al caso.
Y es que, como les decía en un principio, puede ser cierto que con su ritmo de vida el salario que percibe no le llegue para satisfacer todas sus demandas pero eso no justifica decirlo y, mucho menos, que sea prudente hacer este tipo de declaraciones.
Quizá sea por esta prudencia tardía que la señora presidenta de la comunidad de Madrid se haya apresurado a corregir sus propias palabras afirmando: "Yo no he dicho eso". Entonces, señores lectores, con qué debemos quedarnos. Con lo que dijo antes, escribieron, y ella autorizó; o con lo que, tras la repercusión mediática, ella ha dicho corrigiendo lo anterior.
Mi propuesta es que nos quedemos con otro dato más. Lejos de que es posible, de hecho muy posible, que sea verdad que esta señora dijera que no llegaba a fin de mes con un sueldo de más de ocho mil euros; lo que se pretendía (como casi siempre con este tipo de pseudo libros) es sembrar la polémica, estar dos o tres días en el candelero, cobrar una cuantas entrevistas gracias a una frase (digámoslo políticamente) poco afortunada y vender cuantos más libros mejor (que para eso se ha hecho). Lo suyo sería, lo ideal, que todos aquellos que no están contentos con estas y otras palabras de "La Espe", como decía Pablo Carbonell, no hablasen de su libro, no le dedicasen ni un solo minuto de su tiempo y, sobre todo, castigasen sus frases en las urnas. A lo mejor cuando dejase de percibir ese sueldo que le llega para tan poco entendía que en política las frases desafortunadas se pagan, últimamente (ya lo hemos visto con otros personajes de al otro lado del charco), a golpe de urnas.
© 2006 por Cristina Camarés Espada, columnista del Diario de Ferrol; publicado con permiso de la autora.
P.D.: Este artículo se publicó en el Diario de Ferrol el día 25 del mes pasado. Por problemas de ordenador y por estar fuera unos días no lo pude publicar hasta hoy...
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