martes, diciembre 01, 2009

Lo díficil que es el castellano...

Aunque -según solía decir mi madre- ya hablaba castellano antes de nacer, a veces me pregunto si es posible que después de todos esos años todavía no hubiera alcanzado suficiente dominio del idioma como para comprender las cosas que dicen los políticos. Uno pensaría que los políticos, que no se dirigen (al menos deberían de dirigirse) a una élite de gente superformada y superinteligente sino al pueblo entero, se expresan en un lenguaje claro, para que no haya ambigüedades en sus declaraciones oficiales. Si eso es así, no cabe otra solución: todo ha sido en vano, mis estudios han servido de bien poca cosa.

Me explico: Después de la farsa electoral en Honduras de este último domingo, organizada por el régimen dictatorial del títere estadounidense de Roberto Micheletti, el ministro español de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos declaró que el gobierno español "no reconoce las elecciones [...] pero tampoco las ignora". (Página 12, ayer).

Estoy completamente de acuerdo en que no se quiera reconocer el resultado de esos humillantes "comicios", no sólo porque más de la mitad del electorado no haya votado, sino en primer lugar porque en el ambiente de violencia e intimidación que reina en Honduras no se puede hablar de "elecciones democráticas".

Lo que sin embargo no comprendo es el juego de palabras casi teológico de no ignorar algo que no se reconoce. Sería como afirmar que no existe dios, pero que no obstante hay que respectar los diez mandamientos para no acabar en el infierno después de la muerte. ¡Absurdo!

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