El caso del francés (Frédéric Minvielle), que se perdió la nacionalidad francesa por haberse casado con un hombre neerlandés (véase mi artículo de ayer) y que causó fuertes reacciones en el país, será reexaminado, según ayer por la tarde comunicó el ministro francés de inmigración.
El desarrollo de los acontecimientos es la consecuencia de una interpretación muy literal de la legislación nacional e internacional. A base de un convenio (del año 1985) entre los Países Bajos y Francia los ciudadanos de ambos países pierden su nacionalidad original si obtienen la del otro país. Esto no es el caso cuando se trata de un matrimonio en la que uno de los esposos adopta la nacionalidad del otro. Desafortunadamente la legislación francesa no conoce (ni reconoce) un matrimonio entre dos personas del mismo sexo, y por consiguiente Frédéric es soltero según la ley francesa. Como tal por consiguiente ha dejado de tener derecho a la nacionalidad francesa. (Libération de ayer)
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