miércoles, noviembre 11, 2009

¿Cuándo se iniciará el ataque a Latinoamérica?

Pueden intentar negarlo (y sin duda se esfuerzan al máximo el régimen de Washington y sus lameculos como la banda neerlandesa de Balkende y toda la camarilla neoliberal de la UE), pero la acitud del régimen de Barack "Cambio" Obama sólo puede señalar una cosa: está claro que el petróleo iraquí no llegará en grandes cantidades a EE.UU. Obama también tiene sus dudas sobre los oleoductos que tenía planeados para Afganistán, pero espera que con la población de unos pueblos como carne de cañón aún se podrá salvar algo, y para toda seguridad ya está buscando fuentes alternativas.

Es por eso que en Washington cada vez hay más ojos dirigidos hacia la América del Sur, porque allí todavía se encuentran grandes cantidades de petróleo y gas natural, sin mencionar sus otros recursos naturales.

Una indicación clara de que Obama continúa la misma política de sus antecesores (ya se podía presentir cuando decidí mantener en su puesto al ministro de guerra de Bush) es la prolongación del bloqueo de Cuba (Público, 28 de octubre de 2009). Es posible que hace un año de verdad tenía la intención de cambiar algo, pero está claro que su consigna sobrepasaba sus posibilidades. Últimamente ya no la utiliza, y la verdad es que sonaría un poco estúpido oirle decir "No, we cannot! [¡No, no podemos!]" .

Otro paso es el que la Cuarta Flota, más o menos desmantelada en el año 1950 ha sido desempolvada y que está cruzando por el Mar Caribe (a escasa distancia de la costa venezolana) y cerca de las costas del resto de la América Latina (US Navy, 24 de abril de 2008, BBC Mundo, 8 de mayo de 2008 y BBC News, 23 de julio de 2008), mientras que Venezuela ya está amenazada por las bases de la OTAN, llamadas "puestos de vanguardia" (CNN, 30 de octubre de 2009) en las Antillas Neerlandesas (Aruba y Curaçao). En la misma región hay aún más bases del ejército de EE.UU., como p.e. en Honduras.

Y el último, el más amenazador aviso lo constituye el tratado entre Colombia y Estados Unidos, por el cual EE.UU. podrán utilizar otras siete basis militares de ese país, y además aeropuertos y otras facilidades civiles (NRC, 31 de octubre de 2009 y CubaDebate del 7 de noviembre de 2009.). En el tratado se sugiere que ese incremento de la presencia militar en Colombia tiene que ver con la lucha contra el narcotráfico y contra la producción de drogas. Será más bien al revés: querrán asegurarse de que en Estados Unidos se pueda mantener un amplio suministro de drogas. Al fin y al cabo también en Afganistán se aumentaron desproporcionalmente la producción de drogas y el narcotráfico desde que la OTAN y los Estados Unidos iniciaron allí sus asesinas actividades (ver p.e. Prison Planet, 20 de agosto de 2009).

Las verdaderas intenciones de la aumentada presencia militar no las menciona el tratado oficial del 3 de noviembre (el texto en castellano lo publicó la revista Semana el 4 de noviembre de este año), pero sí las encontramos en una carta de las Fuerzas Aéreas de EE.UU. al Congreso de su país (véase también su análisis por Eva Golinger).
En la página 219 de esa carta aparece -con respecto a la base de Palanquero- la siguiente frase significante: "Development of this CSL [Cooperative Security Location] provides a unique opportunity for full spectrum operations in a critical sub region of our hemisphere where security and stability is under constant threat from narcotics funded terrorist insurgencies, anti-US governments, endemic poverty and recurring natural disasters." [El desarrollo de esta Locación Cooperativa de Seguridad brinda una oportunidad única para operaciones a todos los niveles en una subregión de nuestro hemisferio, cuya seguridad y estabilidad se ven continuamente amenazadas por levantamientos terroristas (pagados con dinero del narcotráfico), gobiernos anti-EE.UU, pobreza endémica y catástrofes naturales.]

El punto pivotal de todo este tratado, aunque no lo mencione el mismo trato, lo constituyen esos "gobiernos anti-EE.UU.", específicamente los de Venezuela, Bolivia, Cuba y Ecuador, y por supuesto no se trata de esos gobiernos ni de la población de esos países, porque las vidas humanas no cuentan para la política estadounidense (basta recordar los muertos de Hiroshima y Nagasaki, Vietnam, Irak o de la franja de Gaza, de manos del compinche de Washington, Israel), sino exclusivamente de sus materias primas.

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