Cuando hace unos años se sugería que los EE.UU. (o al menos el régimen de George Doble-Mi Bush) querían hacerse dueños del petroleo en Irak, se nos dio a entender que eso era pura fantasía (Rumsfeld: "¡Tonterías!"; Ari Fleischer, portavoz de la Casa Blanca: "No se trata de eso.")
Sin embargo ahora que Bush en conexión con las elecciones de medio mandato, que tendrán lugar dentro de unos días, se ve confrontado con gente que reclama que los EE.UU. retiren sus tropas de Irak, intenta darle otro enfoque.
Si EE.UU. se retirasen los iraquíes podrían utilizar el petroleo como un arma contra EE.UU.: "Y se pueden imaginar que dirían: 'Vamos a retirar una enorme cantidad de petroleo del mercado para que se aumente vuestro precio de petroleo, a no ser que hagáis lo siguiente.' Y aquel siguiente sería algo como 'Retirados y dejadnos que realicemos nuestra visión obscura'."
Este último viernes Bush sugirió en un discurso en Missouri que 'los radicales' podrían aumentar el precio del petroleo a $ 300 ó 400 el barril.
Otro fantasma que ve Bush es que Irak "utilizaría el petroleo como chantaje económico" para forzar a EE.UU. que terminen su alianza con Israel. (Washington Post de ayer).
Cabe señalar que el discurso de Bush demuestra una construcción ilógica, porque primero alega que el petroleo después de una retirada caería en manos de 'extremistas y radicales' y luego sugiere que -después de que esto hubiera llegado a pasar- esos 'radicales y extremistas' exigirían que ellos (¿EE.UU.?) se retirasen.
Para los que solemos pensar por nuestra propia cuenta todo esto que dice Bush (al menos su apuntador) no es nada nuevo, pero sí ha de facilitar la labor de cualquier tribunal de guerra que tenga que juzgar posibles crímenes de guerra de Bush (y -claro está- de sus ciegamente dóciles aliados).
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