Seamos más específicos: ¿Cuál es la diferencia entre una foto del rey y una de otra persona? O, diciendo 'al pa pa, i al vi vi' como se dice en Cataluña: ¿en qué consiste la plusvalía de un rey?
¿Es acaso el hecho de que haya sido designado por el dictador fascista Francisco Franco? O, ¿acaso el hecho de que de alguna forma sea un descendiente de algún usurpador en el obscuro pasado?
Tan ridículo es suponer que haya un dios director de todo el tinglado que llamamos universo, como es absurdo considerar a una persona tan superior a los demás para que le haga falta toda una legislación especial a su disposición para los que de alguna manera no estén de acuerdo con él - como persona o como institución.
El consumismo puede engañarnos con sus productos sin que los culpables incluso sean inculpados. Las industrias pueden contaminar (con el apoyo tácito de las autoridades - pensemos en el 'Prestige' o en los números vertidos industriales que envenenan nuestros ríos). Dicen que cada cerdo encuentra su San Martín, pero esto en muy pocos casos se aplica a los cerdos industriales.
Sin embargo, el mero hecho de quemar una foto de 'los reyes' (menos mal que no se hayan dado cuenta de las muchas veces que inconscientemente he quemado sus fotos en mi chimenea, ya que aparecen en cualquier periódico) ha sido suficiente para que a los inculpados se les condenara a pagar una multa de € 2.700. (La Vanguardia de ayer)
Y ¿dónde van a parar esos euros? ¿A manos de la persona ofendida? Como si no cobrase más que de sobra de nuestros bolsillos...
Pero con ejemplos de esta índole se hace cada vez más patente que las monarquías que aún existen sólo merecen una cosa: ser abolidas.
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