Uno pensaría que los cristianos seguirían al pie de la letra los mandamientos de su dios, tal como explicado en su sagrado libro de cuentos. Y una de las cosas más sencillas que podrían hacer para hacer feliz a su dios, sería por ejemplo siempre decir la verdad, y nada sino la verdad. Vista su divina inspiración esto me parece lo menos que podrían hacer, ¿no?
Por si aún hiciara falta, ahora se ha probado irrefutablemente que los cristianos saben mentir con tanta dedicación como los no-cristianos, lo que demuestra que ese cristianismo, que se considera tan superior, no tiene nada de especial.
Que ¿de qué estoy hablando?
Cuando hace unos años se enviaron soldados neerlandeses a Afganistán, el llamado cristiano Balkenende aseguró al parlamento que sería una misión para reconstruir el país y no para combatir. Sólo después de esta promesa se consiguió la mayoría necesaria en favor del suministro de carne de cañón.
Ya desde el principio algunos (entre los cuales yo mismo) estábamos convencidos de que las devotas palabras sobre la reconstrucción de la sociedad afgana no eran más que una cháchara publicitaria, y pronto se supo que los soldados efectivamente participaron con entusiasmo en los combates, incluso sin saber si tiraron contra terroristas (neolingua para: resistentes) o contra civiles afganos - como al cabo de un tiempo tuvo que admitir el entonces ministro de guerra Kamp. Hasta la prensa controlado no pudo sino publicar material sobre las belicosas actividades de los soldados neerlandeses.
Recientemente el actual ministro de guerra Eimert van Middelkoop (que no es un cristiano cualquiera, sino uno fundamentalista) hizo saber - respondiendo a una nueva serie de preguntas de la Comisión Parlamentaria Permanente para la Defensa (neolingua para: guerra) - que los comandos neerlandeses habían respetado sus instrucciones. (de Volkskrant del 27 de noviembre de 2007)
Si es verdad lo que dice Van Middelkoop, esto implica que los comandos tenían instrucciones para una misión de combate. En ese caso Balkenende mintió al parlamento antes del envío de tropas a Afganistán, porque como primer ministro inevitablemente debe haber sabido lo que iban a hacer allí los soldados.
Si no lo hubiera sabido (lo que, visto lo que dijo Kamp, es muy poco probable) y si de verdad hubiera sido la intención de sólo ayudar en la reconstrucción del país, entonces Van Middelkoop se está sacando cosas de la manga.
Pero está claro que también se puede haber mentido en los dos casos, porque los gabinetes de Balkenende ya nos han mentido repetidamente.
¡Vaya suerte la de estar entregados a los cristianos (al menos de esta categoría)!
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