Un artículo en la publicación de septiembre de la revista Platform A del sindicato neerlandés ABVAKABO FNV empieza con la frase "El que un director gane *) más que su secretaria es lógico". Eso, segun se explica en las líneas siguientes, es porque "su trabajo es más duro, tiene más responsabilidades, ha tenido más formación y porque dirige su empresa".
*) El neerlandés ofrece un problema en este contexto, porque la palabra "verdienen" significa tanto "ganar" como "merecer". Eso complica bastante cualquier discusión sobre p.e. las bonificaciones de los directores de los bancos. Si se dice que uno gana 3 millones de euros al año, parece implicar que los tiene merecidos...
Ciertamente conozco a poca gente que no está de acuerdo con el razonamiento del primer párrafo, aunque cualquiera conoce a directores que no dirigen su empresa, que ciertamente no han tenido más formación, y que tal vez tengan más responsabilidades pero no las toman y a numerosos directores que absolutamente no tienen un trabajo duro.
El actual período de crisis, que en parte ha podido producirse precisamente por la mala gestion de muchos directores, por consiguiente parece un excelento momento para reorganizar todo el sistema de remuneración y para analizarlo desde un lado totalmente distinto, empezando por la pregunta si es razonable que una persona tenga más posibilidades de una vida feliz sin pobreza que otra persona. Objetivamente esta pregunta sólo permite una respuesta: cualquier persona tiene el mismo derecho a la felicidad y de antemano es irrazonable e injusto aceptar que se distribuya de manera desigual la prosperidad. Basándose en este punto de partida cualquier persona debería pues tener derecho a unos mismos ingresos.
Un director, un médico, un notario, puede que tengan más responsabilidades que una secretaria, una enfermera o un cartero, pero ¿cómo es entonces que proporcionalmente se despiden más secretarias que directores; porqué se despiden enfermeros por errores médicos mientras que (por lo menos en los Países Bajos) un médico ha de cometer algo muy grave para que se le imponga más que una reprensión; porqué se echa a la calle a una enfermera cuando un paciente sufre quemaduras por el agua demasiado caliente de su baño, mientras que no es la culpa de la enfermera que tiene demasiadas tareas para demasiado poco tiempo?
En realidad cualquier persona tiene la misma importancia: el tornillo más pequeño que se ha soltado puede llevar a la destrucción total de una estación espacial y un basurero descuidado puede contagiar todo un barrio con amianto, pero también (al menos según la propaganda del club anti-terrorismo del régimen neerlandés) protegerlo descubriendo a tiempo una bomba en una basura. En breve, una persona no puede sin la otra.
Y ¿qué de ese director que ha tenido más formación? Pues sí, habrá podido estudiar durante unos años, parcialmente a coste de la comunidad, mientras que el peón desde la edad de 16 años se está arruinando la salud por su trabajo duro (seamos honestos: el trabajo de un peón es mucho más duro que el de un director, que quizás de vez en cuando se tenga que llevar unos papeles).
Además ¿hasta qué punto se le puede reprochar al peón su menor formación? ¿Ha de ser castigado por ser menos inteligente que el director, o por no haber nacido en un ambiente en el que es natural que el hijo herede el título y el puesto del padre? Basta pensar en el anacronismo de las monarquías, donde la inteligencia no es determinante para la sucesión. O, peor aún, un ambiente en el que los padres al terminarse la escolaridad obligatoria opinan que su hijo ya puede empezar a ganar dinero...
Aparte de todo eso el director, si todo está bien, tiene mucho más satisfacción por su trabajo que p.e. alguien que está día tras día enroscando tornillos en una cadena de montaje o que en todo tipo de tiempo está limpiando los parque de la basura que el público deja allí. Además ese director se puede permitir el lujo de flexibilizar su horario - y ni siquiera me pregunto si hay alguien que controla el trabajo que realiza.
Analizando las cosas desde este punto de vista, es una enorme injusticia que un director gane más que una secretaria.
Lo justo sería que cualquier persona tuviera el derecho a unos mismos ingresos, digamos -para descomplicar el asunto- al mismo sueldo por hora. Si alguien necesita más dinero, p.e. por una aficción costosa, no le quedará más remedio que trabajar más horas que el por medio. Y si alguien está satisfecho con menos dinero... puede trabajo a horario parcial...
Ya que se puede establecer estadísticamente la expectativa media de vida según el tipo de trabajo, también se puede calcular si a alguien le correspondería un suplemento al salario. Una persona que estadísticamente tiene una expectativa de vida del 80% de la media, entonces tendría derecho a un suplemento del 20%.
Podemos esperar que, ojalá, en los sindicatos y los partidos de izquierda (o que pretenden serlo) haya gente que puede elaborar este sistema.
Desde el año que viene, según algunos optimistas, la economía empezaría a recuperarse. Sería estupendo si pudiéramos empezar este ciclo nuevo con un sistema renovado de remuneración...
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