sábado, diciembre 27, 2008

¡También la solidaridad comienza con uno mismo!

Su real Bea también este año ha aprovechado la fiesta germánica del solsticio de invierno para alegrar la parte cristiana de la población neerlandesa (*) con unos lugares comunes en su discurso navideño.

Allí reprocha a los "jóvenes de ahora" una falta de solidaridad para con los mayores. Por supuesto no relaciona esta falta de solidaridad con el neoliberalismo, en el que lo principal es preocuparse del interés propio de cada individuo.

Tampoco ha querido meter la mano en el avispero de los políticos neerlandeses, que dieron el mal ejemplo de autoadjudicarse aumentos de ingresos de decenas de porcientos, mientras que se indignan cuando los obreros reivindican un aumento salarial de unos pocos porcientos.

Por otro lado tampoco tengo la impresión de que su solidaridad vaya más alla de unas palabras bonitas, aunque sobre todo sin compromiso. Porque al fin y al cado "todos seguiremos acogidos en el amor de dios", dice. Como si eso fuera de mi interés...

(*) Comienza y termina su discurso con una referencia a su propio dios y no tiene por consiguiente en cuenta a los no-cristianos y los ateistas que vivimos en los Países Bajos, a pesar de que se trate formalmente de un estado laico. ¿Podríamos concluir de ello que ella no se considera como la reina de los Países Bajos, sino sólo de los seguidores del cristianismo? ¡Eso por lo menos nos acerca un poco más la abolición de la monarquía!

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