Hace unos días tres candidatos (de descendencia turca) para las elecciones parlamentarias (neerlandesas) del 22 de noviembre fueron expulsados de las listas electorales por negar que en los tiempos del imperio otomano el régimen llevase a cabo un genocidio contra los armenios. Esto ha llevado a serias discusiones sobre el tema en sí, así como sobre la pregunta si ahora, después de casi un siglo todavía tiene suficiente importancia para determinar si un político puede o no participar a unas elecciones. La opinión oficial de sus respectivos partidos (el cristócrata CDA y el social-capitalista PvdA) pone claramente que tuvo lugar tal genocidio. Esta también es el punto de vista oficial de la UE.
Ahora el primer ministro, Jan Peter Balkenende, recientemente prolongado sin justificación alguna por su real Bea, ha hecho un llamamiento a que analicemos estos asesinatos honestamente. (de Volkskrant).
Lo único es que no queda claro lo que con ello quiere decir precisamente la persona, bajo cuyo mandato la mentira y el engaño se han convertido en la característica principal de la cultura política en los Países Bajos.
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