miércoles, febrero 25, 2009

¿Cuándo va a desaparecer al vertedero la banda sin normas y sin valores de Balkenende?

Casi desde el primer momento en que el II gabinete de la banda de Balkenende empezó a intoxicar los Países Bajos, se veía claramente que todo iba a ser peor aún que bajo el régimen de Wim Kok: nada más que mentiras, chorradas sin contenido y maquinaciones. Me limito a las absolutamente injustificables guerras coloniales bushianas en Irak y Afganistán. En todo sólo ha ido de mal en peor, tocando fondo -de momento- la indigno política nefasta alrededor de y en conexión con la actual crisis capitalista.

Apenas había tenido Donner un momento para respirar después de intentar chantajear a los sindicatos de no presentar reivindicaciones salariales, y ya pasó pasara a declarar que no habrá garantías para los fondos de pensiones. (Trouw, 24 de febrero de 2009).

Esta claro, a los pensionistas bien se les puede exprimir un poco más. No trabajan (por consiguiente no producen plusvalía) y por eso no pueden declararse en huelga, de modo que no amenazan el funcionamiento de las empresas de los amigotes capitalistas de la banda de Balkenende. El ministro neerlandés de desadministración financiera, Wouter Bos, puede tranquilamente verter decenas de miles de millones de euros en el pozo sin fondo de la banca, sin que los principales culpables (los accionistas y los directores) tangan que interrumpir sus vidas de lujo, pero los jubilados, que han pasado sus vidas trabajando y ahorrando para pasar los últimos años de sus vidas en paz, tendrán que limitarse a comerse las manos.

De todos modos esta crisis tiene la ventaja de que se hace cada vez más obvio lo que es importante para los regímenes neoliberales de la UE: no son los ciudadanos, sino los montos de ganancias del capitalismo. No les importan un bledo los trabajadores ni los pensionistas. Preferiblemente les quitarían todo, pero parecen comprender que por lo menos les han de dejar una casa y un televisor, sino bien podrían lanzarse a la calle para protestar tal como está pasando en otros países, donde todavía existe cierta conciencia de clase. Y esos televisores son absolutamente imprescindibles para explicar a las masas en qué cosas han de despilfarrar sus escasos céntimos, porque sin consumiciones tampoco hay ganancias...

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