Ayer Sadet Karabulet, miembro del parlamento neerlandés para el SP [Partido Socialista], publicó el artículo siguiente (ver aquí el texto original en neerlandés):
Uno pensaría que esta crisis sería el momento apropiado para cambiar de rumbo. Hasta ahora noto poco en este sentido de parte del gabinete, de los partidos políticos, de los banqueros y de los empleadores. Uno esperaría noticias de mal agüero para los responsables de esta crisis. Pero nada de todo ello. Todo el mundo parece querer pasar al orden del día.
El Ministro de Finanzas, Bos, apagó bien el incendio. ¿Pero cuándo empieza con la construcción del nuevo sistema? ¿Cómo es que no oigo nada de que se va a aborder las bonificaciones y los supersalarios? ¿Cómo es que Zalm, manager de nuestro banco estatal, percibe un salario de nada menos que € 750.000 al año?
El Ministro de Asuntos Sociales, Donner, modelo de la vieja política, sí viene con noticias de mal agüero. No para los culpables de la crisis, sino - y completamente en línea con lo que ya conocemos de él- para los inocentes. Así quiere una situación en la que no aumenta el salario real para los trabajadores, quiere terminar con la asistencia económica social para los menores de 27 años, y se propone congelar las pensiones de los mayores. No habla de inversiones para la conservación de empleos e ingresos. Nada sobre una mejora de los derechos obreros. Nada sobre una distribución más justa ni de exigir más de los ricos. No, sólo vuelve a poner el viejo disco de moderación salarial y eliminación de la seguridad social.
Es la vieja política y es antisocial querer presentar la factura de la crisis a los mayores y a los enfermos. O buscar la solución en una moderación salarial. Porque ¿cómo se originó la crisis? ¿Por el comportamiento imprudente de los trabajadores, los sin trabajo, los mayores, los enfermos? ¿Son estas las personas que estos últimos años se han quedado con grandes partes de las ganancias millonarias? ¿Las que tienen la responsabilidad del control fallido? ¿Las que ponían todo al servicio de las acciones y de los cambios del día? ¿Las que cerraban fábricas para obtener mayores ganancias en otros sitios? ¿Las que ponían a la rebaja los servicios colectivos?
De momento los responsables están quedando fuera de tiro. No los malhechores, sino las víctimas están bajo fuego. Esa historia de Balkenende sobre normas y valores cada día se está haciendo más embarazoso.
Copiado con permiso de la autora y traducido por Entrelector.
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